miércoles, 17 de agosto de 2016

La economía no da la felicidad ... pero puede ayudar

El dinero no da la felicidad es uno de los refranes populares que todos hemos admitido como ciertos alguna vez en nuestra vida, pero ¿cuánto tiene de cierta esta afirmación?
Crisis económica, desempleo, falta de inversión en investigación y desarrollo, recortes en enseñanza y educación, el auge de los populismos o el deterioro de las relaciones sociales son algunos de los puntos que analiza el nuevo libro del economista más influyente de la televisión para demostrar el papel determinante que tiene la economía en la protección de la felicidad.
Resumen de casadellibro



En este caso voy a destacar tres fragmentos. No es porque sean los mejores o más interesantes, sino porque me servirán para explicar o preguntar algunos conceptos en mis clases, y ¿quién sabe?, quizá para fomentar la lectura de este interesante libro.

Flujo circular de la renta

En el siglo XVI España es probablemente la mayor potencia que haya existido hasta la fecha. Nos encontramos en plena expansión del imperio mediante la conquista del nuevo continente americano.

El oro de América llega en grandes cantidades a la Península y los reyes españoles deciden dilapidarlo en campañas bélicas en Centroeuropa destinadas a la propagación del catolicismo. Los monjes escolásticos de la Universidad de Alcalá y Salamanca observan con preocupación los acontecimientos y dirigen sus célebres cartas al rey en las que le asesoran sobre los problemas que puede provocar el elevado gasto público que obliga a monetizar el oro y acuñar monedas con las que pagar al numeroso ejército.

Los mercenarios eran pagados con esas monedas, que ellos gastaban en las tabernas. Los dueños de los negocios contrataban a más gente que, con sus salarios, pagaban a su vez nuevos bienes y servicios. Es lo que los economistas denominamos flujo circular de la renta. El aumento de la demanda hacía que dichos bienes se volvieran más escasos y eso daba margen a los empresarios para subir sus precios. La subida de precios inducía a que los soldados demandaran salarios más altos, lo que provocaba a su vez un aumento de los costes con la consecuente subida de precios por parte de los empresarios para proteger sus márgenes y beneficios.



Velocidad de circulación del dinero

Richard Cantillon, banquero irlandés, también desarrolló conceptos económicos esenciales a partir de los trabajos de la escuela escolástica española. Al igual que las de Quesnay, sus ideas sirvieron de inspiración a Adam Smith. Cantillon tomó la obra de los escolásticos e incorporó las innovaciones financieras de su época. De este modo explicó cómo los bancos concedían crédito mediante la captación de depósitos. No es que los bancos crearan más dinero, sino que su acción provocaba que el dinero circulara más deprisa, lo que facilitaba el flujo circular de la renta y la consecuente inflación derivada de ello. Este concepto, conocido como velocidad de circulación del dinero, es fundamental para comprender dos de las peores patologías económicas que existen: deflación e hiperinflación.



La importancia de los incentivos

A pesar de no coincidir ideológicamente con Adam Smith y su tesis de la mano invisible, reconozco que su libro es una delicia, y leerlo, una gran experiencia. Poniendo el mismo ejemplo que usó Smith, la mano invisible se fundamenta en la idea de que el panadero, en busca de su beneficio personal, elaborará un buen pan y procurará venderlo a un precio más bajo y eficiente que su competencia. De esta manera, y con la única voluntad manifiesta de mejorar su vida, conseguirá aumentar el bienestar de sus vecinos. Lo que Smith nos enseña es que los incentivos son determinantes para explicar el comportamiento humano: si el panadero lo hace bien, su renta aumentará y con ella su nivel de vida. A veces los economistas bromeamos y decimos que los incentivos los carga el diablo. Nadie duda de que buscar el interés individual es un incentivo poderoso que funciona. De hecho, uno de los principales problemas que presenta el comunismo reside en el hecho de tratar por igual a dos personas diferentes. En el sistema comunista un trabajador normal no encuentra ventaja alguna en asumir riesgos, ya que éstos no llevarán aparejada una mejora en sus condiciones de vida o salariales. De este modo los incentivos positivos desaparecen, y con ellos, los mecanismos de innovación y lucha contra la escasez.








José C. Díez se despide ...

El filósofo Ortega y Gasset dijo «además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado», y de este modo me gustaría poner el punto y final a nuestro viaje. Ojalá que este libro sirva para transmitir los conocimientos económicos imprescindibles para lograr que los ciudadanos se formen una opinión propia sobre la materia, que fomente el debate y mejore tanto la salud económica como las buenas prácticas con el consiguiente beneficio para la sociedad en su conjunto. No importa si alcanzamos conclusiones distintas. Lo único de lo que no dudo es de que si consigo que miles de lectores sigan parándome por la calle y dándome las gracias por hacerles entender mejor sus problemas económicos, seré más feliz.









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